Avanzo por la calle angosta y me llama Graciela al pasar, le digo: Me abrigo, vos no te preocupes, si llueve no me va a importar. Voy pensando en que no hace ni un año y las cosas ya no son igual. Las disculpas no cuesta aceptarlas, me cuesta saber perdonar. Y vuelvo a despertar, cansado de estar tan cansado de ser y me digo: “No hay mitad que sea tan mala como la que tenés”. Y olvido que traigo conmigo canciones y amigos, el dolor ya no hace mal.
Porque hay cosas que sangran por dentro y nadie las puede notar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario